Agustín Santolaya, de Bodegas Roda (Haro-La Rioja) fue el encargado de protagonizar la segunda de las catas de Somos Capital de Tondeluna, y además de mostrar el impresionante portfolio de estas bodegas que ayudaron en su momento a cambiar y quizás a redefinir el mundo del vino de Rioja, fue capaz de enamorar a los asistentes con una cata didáctica en la que paseó nuestros paladares por dos Denominaciones de Origen (Rioja y Ribera de Duero) y por el Ampurdá con su magnífico aceite Dauro, uno de los más prestigiosos del mundo. Agustín Santolaya explicó la filosofía de Roda: "Lo que más me interesa del vino es ser un vehículo de transmisión de sensaciones: Realmente lo entiendo así, además de dar placer bebiendo, queremos transmitir cosas, que cada añada sea capaz de evocar y contar algo diferente. Y es que el vino es la única forma dinámica de embotellar el tiempo". Y es que Agustín Santolaya tiene la rara habilidad de describir los sabores con la pericia y la técnica de un escritor, de encontrar siempre el adjetivo preciso para definir sensaciones tan volubles y delicadas con la milimétrica precisión de un cirujano del lenguaje. Dijo Agustín Santolaya que "nosotros seguimos con el compromiso de respetar cada añada climática y llevar a cada botella el reflejo de nuestro paisaje siguiendo fieles a un concepto de elaborar vinos elegantes, de taninos finos, largos y enormemente placenteros". Roda se basa en varios pilares, entre ellos destacan: El control de una veintena de pagos vitícolas distribuidos en los mejores ecosistemas de la zona de los cuales cada año se vinifican los 17 mejores, el empleo de viñas viejas como garante de la mejor calidad del tempranillo y la garnacha, la vendimia en pequeñas cajas, (la primera mesa de selección que se instaló en Rioja fue una iniciativa de esta casa), y la vocación investigadora que permite liderar proyectos internacionales a través de nuestro activo departamento de I+D+i. Los vinos de Roda arrancan las entrañas del viñedo, suelo, clima, paisaje y están hechos para disfrutarlos sin prisas con la meta fijada en ser con el tiempo una de las referencias entre los grandes vinos del mundo.
La cata
La cata de Roda comenzó con SELA 2009. La gama Sela de Roda nació con la vocación de ser un vino de consumo más frecuente para llegar a un nuevo público que comienza a vivir la pasión del mundo del vino, un vino sencillo de armonizar con la comida y que resulta muy agradable al paladar, sabroso y fresco, aunque con la misma complejidad y elegancia que caracteriza a los vinos de la familia Roda. El vino con el que comenzó la cata de Somos Capital, correspondía a la añada de 2009, un año calificado con una cosecha excelente, con 419 mm de precipitación y con el invierno y la primavera de carácter lluviosos. El verano fue muy caluroso y unas precipitaciones a mediados de septiembre redondearon la maduración y salvaron el stress hídrico. Sela 2009 está conformado por un 89% de Tempranillo y 11% de Graciano y tuvo fermentaciones alcohólicas y maloláctica espontáneas en tinas de roble francés. Su crianza se realizó en barricas 100% roble francés semi-nuevas durante un año. En nariz demostró una gran intensidad frutal, sin presencia de madera y en boca se apreció la calidad de una cosecha como la 2009, con maduración perfecta que en este caso presenta su cara más fresca y juvenil, dejando patente la profundidad de la fruta roja en sazón.
El segundo vino de la cata fue un RODA 2007, una añada marcada por el mildiu, con una precipitación de 627 mm, de los que 384 mm se recogieron en primavera y sólo 5 mm entre julio, agosto y septiembre. La maduración fue extraordinaria, la vendimia fue tardía y la producción, aunque fue muy escasa, gozó de gran calidad. Este vino fue sensacional (89% Tempranillo, 8% Garnacha, 3% Graciano), con una nariz muy intensa, con la sensación de las cerezas rojas frescas muy complejas sobre un recipiente de madera noble ligeramente perfumada. La cereza madura y fresca, acaricia la boca dejando el recuerdo dulce y especiado. Muy largo, sin vaguadas y con taninos finos y frescos.
Continuamos con un RODA I 2006, un año con 587 mm de precipitaciones, de las cuales, 204 se recogieron en el otoño anterior. La vendimia fue muy temprana, agosto fue seco y fresco y septiembre estuvo marcado por las altas temperaturas. Este vino es 100% Tempranillo y realizó su crianza en barricas de roble francés. 50% nuevas y 50% de un vino. 16 meses en barrica y 20 meses en botella. En nariz es intenso, sobresale la ciruela negra y el chocolate y en un segundo nivel aparecen las especias dulces y los minerales suaves. En boca posee un tacto muy sedoso, con tanino dulce e impecable.
El cuarto vino de la noche fue sencillamente inolvidable. Un RODA I 2001, un vino para recordar. La cosecha fue excelente, la madurez perfecta, con 473 mm de precipitación a lo largo del año vitícola. El invierno fue lluvioso, la primavera seca y calurosa. El corrimiento de flor propició racimos sueltos, el verano tuvo la humedad necesaria. Es decir, un año perfecto que propició una añada casi insuperable. De color rojo picota, muy brillante, limpio, con ribete granate, joven, capa muy alta y densa lágrima. En nariz es de buena intensidad, limpio, complejo, de gran equilibrio, con mucha fruta, sobre todo negra, a la que acompañan notas especiadas, balsámicas (eucalipto), mentol, tinta china, torrefactos y toque mineral; pero siempre con una estupenda golosidad. En boca es redondo, sabroso, amplio, estructurado, de estimable potencia tánica pero plena de madurez, seco, con volumen, notable acidez y largura.
Aceite Dauro, un viaje al Empordá
Agustín Santolaya fue capaz de sorprender a los aficionados que se dieron cita en Tondeluna con una cata de aceite DAURO, que ha sido declarado varios años como el mejor aceite de oliva virgen extra de España por el Ministerio de Agricultura. Aceite de color verde amarillo. Tono opaco debido a que es un aceite sin filtrar. En nariz resulta frutado muy intenso, con aromas a verduras y hortalizas como tomate verde, tomatera, alcachofa, judía verde, habas; frutas como el plátano verde, mandarina, pera, aceituna y piel de limón; y a almendra amarga y pistacho. Lo catamos como si fuera vino y fue una de las estrellas de la noche.
Ribera de Duero
Del Empordá (espacio donde se elabora este aceite) Agustín Santolaya nos trasladó a la Ribera de Ruedo, Denominación de Origen donde Roda también elabora sus vinos con el nombre de Corimbo en Bodegas La Horra, con la idea de trasladar el modelo 'Roda' a esta región basado en dos pilares: el respeto al entorno y el esfuerzo en la investigación I+D+i. Roda llegó a un acuerdo con los viticultores de la zona que poseen 40 hectáreas de viñedo viejo y de mediana edad para crear una nueva sociedad en la que tienen una participación del 10%. Así, la primera añada, la del 2008, salió al mercado en junio de 2010 sólo con el vino básico de la bodega, con una producción de 40.000 botellas.
En la cata de Somos Capital tuvimos la oportunidad de probar CORIMBO 2009, elaborado exclusivamente con Tinta del País (Tempranillo), con viñas de una edad media de 20 años y en barricas, 80% roble francés y 20% roble americano. En la nariz ofrece una sensación de madera muy bien integrada que sólo se aprecia en una agradable nota de café. Agustín Santolaya pronosticó una futura evolución muy positiva en botella.
El segundo Ribera fue el CORIMBO I 2009, otro vino monovarietal de Tinta del País, que demostró ser embriagador por su intensidad aromática, con notas minerales y especias dulces de enorme calidad.
El concepto CIRSION
Para terminar esta extraordinaria cata, Agustín Santolaya trajo CIRSION 2009, un modelo de vino innovador nacido de un proyecto de investigación impresionante: "Observamos, en el año 1995, que algunas cepas producían uvas cuyo sabor era muy diferente al de las plantas de alrededor. Mientras la sensación habitual de la cata de una uva es de fruta fresca, ácida y dulce, nos encontramos que en estos casos la sensación era de plenitud, de volumen, registros más próximos a un vino que a una uva. Este descubrimiento nos hizo reflexionar sobre la causa del fenómeno y nos llevó a estudiar si era repetible a lo largo de los años y en otros viñedos. Comprobamos que había cierta predisposición en algunas plantas a que se repitiera, pero además de la genética y de su microclima, también influía el efecto de la añada meteorológica. Comenzamos a pensar que este fenómeno podía estar ligado a un nivel alto de polimerización de taninos en la propia uva, cuando lo habitual era creer que la unión de unos taninos con otros se producía en el proceso enológico y principalmente durante la crianza en barrica. Si esto era cierto, las cepas estaban jugando un papel sustitutivo de la crianza y pensamos que elaborando por separado estas uvas conseguiríamos un vino de enorme sedosidad y evitaríamos que la madera robara parte de su riqueza frutal. En 1997 elaboramos nuestro primer Cirsion, que no salió al mercado y comprobamos que con una corta crianza, alcanzó un nivel de sedosidad increíble y una complejidad frutal fuera de lo común. El siguiente paso fue identificar visualmente los síntomas de las plantas y formar un grupo de vendimiadores capaces de detectarlas. Cada año, en vendimias, recorremos algunos de nuestros viñedos buscando esta curiosa rareza natural y así, una entre mil, se recogen las uvas de Cirsion. Agustín comentó que el de la añada de 2009 es, sin duda, "uno de los mejores que hemos elaborado". En nariz resultó muy intenso, con "capas y capas de aromas increíbles y finísimos. Sensación de hondura, profundidad, negrura, de fruta muy compleja, de tierra cuando va a llover". Para el responsable de Roda, en boca, además, era "voluminoso, aéreo, fresco, complejo, de tanino finísimo, tacto sedoso y muy largo. Fruta negra, chocolate y menta, dotado de un larguísimo postgusto, maravilloso y muy difícil de describir, entre la fruta negra y el after eight". |