Jesús Sánchez, del Cenador de Amós, llegó al corazón de los asistentes a su cena y ponencia de Tondeluna por la afable sencillez de su persona y por el alto dominio de las técnicas gastronómicas: "Lo importante de cada plato es que exprese una idea, que las sensaciones y los matices de cada composición lleguen a los comensales, que disfruten y que vuelvan".
Jesús Sánchez es un tipo jovial, un hombre apasionado, un cocinero coherente con el fondo y con la forma de su cocina, de su restaurante 'Cenador de Amós' y depositario de un estilo que ha ido surgiendo de su expieriencia vital, de sus orígenes navarros de la ribera y de ese paraíso de la montaña cántabra que es Villaverde de Pontones, su lugar en el mundo, en el que es feliz y desde el que irradia felicidad a cuantos comensales depositan la confianza de visitarle.
Sánchez relató a través de un divertido vídeo el camino que emprendió hasta llegar a Cantabria desde el pueblecito de Azagra: "Desde crío y a pesar de que en mi familia no había ningún tipo de antecedentes gastronómicos me sentí atraído por el mundo de la restauración. Íbamos de vacaciones con mi padre en su 'cuatro latas' y me quedaba siempre asombrado por las pizarras con forma de cocinero orondo anunciando los menús de la casa. 'Papá, mamá, quiero ser cocinero', les dije un día...".
Sánchez relató que fue en el instituto cuando tomó la decisión de estudiar cocina, cosa que le hizo trasladarse a la capital de España para estudiar Hostelería en la Escuela de la Casa de Campo. Tras culminar su formación teórica, entró a trabajar de verdad en el Hotel Ritz de Madrid a las órdenes de Patrick Buret. Más adelante realizó varios 'stages' en las cocinas de restaurantes como 'Bermeo', de Bilbao; 'Jacques Cagna' de París, 'Chapon Fin', de Burdeos e 'Ithurria de Ainhoa (Francia).
Sin embargo, no fue hasta 1989 cuando se trasladó a Cantabria: "Entré al restaurante 'El Molino', de Puente Arce. Cuatro años después cambió mi vida porque junto a mi mujer, Marian, dedicimos inaugurar 'El Cenador de Amós'. Esta es la mayor aventura de nuestra vida, ya que supuso tanto nuestro proyecto vital como gastronómico. El lugar es impresionante, una casa solariega del siglo XVII y un nombre, el de mi abuelo, al que quisimos homenajear dándole el título de nuestro restaurante".
La cocina de Jesús Sánchez también es juguetona y además de señalar que "es necesario adaptarse siempre a cada tiempo", su apuesta es lo que él mismo denominó como "la cocina del no pensamiento". Y como demostración de su concepto lúdico, no se puede pasar por alto su gusto por la adaptación de nuevas texturas, como sus sorprendentes 'cristales de patatas, texturizados, tintados y sabrosos.
Hay un punto de vanguardia sosegada en el espíritu de sus fogones: Jesús destila un amor infinito al producto, al que mima y rastrea, y a los sabores, a los que coloca en el sacrosanto altar de su cocina: espárragos, pochas, borrajas y la naturaleza indómita del Mar Cantábrico se dan la mano en el 'Cenado de Amós' con una envidiable naturalidad.
Pero además de su afán cocinero, hay un espíritu emprendedor innegable, tal y como demostró con uno de sus nuevos proyectos, entre ellos 'La Casona del Judío', un precioso restaurante sito en Santander, o su Aula de Cocina, que tiene como objetivo divulgar la cocina y su cultura |