Conversar con los hermanos Eguren (Marcos y Miguel) en San Vicente de la Sonsierra sobre su relación con el vino es algo así como introducirse en un planeta infinito. Recorrer con ellos la entraña de su bodega de San Vicente –el origen de todo– o pasear por La Veguilla, una finca increíble que se asoma a la Sierra de Cantabria con la perspectiva de un vigía sagrado del tiempo, supone una especie de viaje al puro tuétano de uno de los estilos más sutiles y armónicos que tiene el hombre de relacionarse con la viticultura en absoluta comunicación con la naturaleza. Marcos desprende un aroma de afabilidad y de compleja sencillez. «Una bodega, un viñedo, una variedad, un vino...» son los hitos de una familia bodeguera ejemplar y absolutamente irrepetible
Desde 1870, a lo largo de cinco generaciones, la familia Eguren se ha dedicado al cultivo de las viñas y a la elaboración y crianza de los mejores caldos de Rioja. Manteniendo vivos el conocimiento y la tradición, los han sabido transmitir de padres a hijos adaptándolos siempre a los avances tecnológicos y al respeto por la tierra y la vid. El sello personal e inconfundible que la familia imprime en la elaboración de sus vinos conlleva un afán diario de superación y una pasión por el buen hacer: desde la exigente búsqueda de las mejores condiciones previas para el cultivo del viñedo hasta la puesta a disposición del amante del buen vino. El Grupo Eguren está formado por seis bodegas que conjugan a la perfección la tradición, la innovación y el carácter, y que están presentes en las tierras vitivinícolas españolas de mayor prestigio internacional: Sierra Cantabria, Señorío de San Vicente, Viñedos de Páganos y Viñedos Sierra Cantabria (D. O. Ca. Rioja). Teso La Monja (D. O. Toro) y Dominio de Eguren (Vinos de la Tierra). Su mundo es el vino y en su familia se recibe cada vendimia con rango de acontecimiento porque cada añada el reto es más fascinante, más arriesgado y en el fondo, más conmovedor. La familia Eguren ejerce como tal, los vinos en esta casa a veces tienen nombre y apellido de personas y de fincas: Amancio, Victorino, La Nieta, El Bosque... Hay una singular recreación del tiempo, pero tanto Miguel como Marcos saben que las prisas son malas consejeras, todo tiene su ritmo, su compás y uno de sus últimos hallazgos está en la búsqueda total de la armonía del viticultor con la naturaleza a través de la agricultura biodinámica: «Nosotros sabemos que no estamos descubriendo nada, en todo caso es una vuelta hacia las prácticas de toda la vida, a lo que hacían nuestros antepasados», mucho antes de que la productividad y los kilos impusieran la dictadura de la rentabilidad a toda costa. Miguel recuerda el momento en que le pidieron a Guillermo, su padre, que fuera señalando las cepas menos productivas de cada una de sus viñas: «Era una selección a la inversa, una especie de desafío a las tendencias porque íbamos a premiar a la más pobres en cuanto a cantidad, pero a las que mejor expresaban el vino que queríamos buscar». Relata Miguel que «hacíamos Murmurón, pero nos dimos cuenta de que el potencial de nuestros viñedos era impresionante y teníamos muy claro el modelo. Habíamos viajado a Francia, conocíamos lo que podía pasar y hasta dónde podíamos llegar. Había que dar otra cosa y aquella fue nuestra apuesta, la búsqueda de unos vinos en esencia».
Marcos Eguren explica en qué consiste la agricultura biodinámica en sus viñedos: «Es la depuración máxima de lo que ofrece el terroir. El suelo se expresa mucho mejor porque no está tratado con minerales, la planta no está manipulada y la uva es mucho más perfecta y saludable. No nos interponemos a la naturaleza, en todo caso tratamos de ayudarla respetándola y sin interferir en sus ciclos. Esta agricultura, obviamente, requiere mucha más mano de obra porque los trabajos se realizan en función de los ciclos lunares y en momentos mucho más concretos. En definitiva, regresamos a los ritmos naturales de trabajo que ya realizaba nuestro abuelo Amancio y que años después se ha venido en bautizar como biodinámica. Por ejemplo, en cuestiones como el abono se aplicaban los orgánicos porque nuestros antepasados veían que les funcionaban y además no tenían otros recursos. La novedad actual reside es que nosotros aportamos el conocimiento contrastado, el conocimiento más científico, pero la base es la misma». |