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por Pablo García Mancha |
Describir a Juan Echanove exclusivamente como actor sería tran atrevido e incompleto como decir que el Gran Cañón del Colorado es un mero accidente geográfico. Juan Echanove actúa, interpreta, rueda, canta y come. Se diría que quizás este último verbo es uno de los más cercanos a su actitud ante la vida: comer en el sentido de disfrutar de la comida y entender que las personas somos exactamente eso, seres que comen, que piensan comiendo, que mueren comiendo, que discuten y hasta aman y comen comiendo.
Dicen las biografías que Juan Echanove nació el día 1 de abril del año 1961 en Madrid. Después de matricularse en Derecho abandonó la carrera de la carrera hacia la toga al darse cuenta de que su vocación iba encaminada hacia la interpretación. En 1986 debutó en el cine con algunos de los mejores directores españoles, como Manuel Gutiérrez Aragón, con quien rodó La noche más hermosa; Vicente Aranda, con Tiempo de silencio e Imanol Uribe, con Adiós pequeña. Tres auténticos peliculones... Todo esto le valió que le ofrecieran un papel en una serie de la pequeña pantalla que le iba a hacer saltar totalmente a la fama. Era 'Turno de oficio', que obtuvo un gran éxito y en el que Juan representaba a Cosme ('Pedete lúcido'), un abogado novato que se hace amigo del 'Chepa', un abogado ya muy curtido en el turno de oficio, interpretado por José Luis Galiardo, y que enseñaría a Cosme/Juan todo lo que sabe. La gran oportunidad de Echanove de demostrar su gran talento como actor le llegó en el año 1993, cuando protagonizó la película de Francisco Reguiero Madregilda. En ella hizo una magnífica interpretación de Franco, al que representaba como un personaje débil y lleno de complejos, y que le valió, aparte de un gran reconocimiento como actor, una gran cantidad de premios. Siguió participando en películas, siempre con prestigiosos directores, como La flor de mi secreto con Pedro Almodóvar o Suspiros de España, con José Luis García Sánchez, con quien también trabajó en Siempre hay un camino a la derecha y Adiós con el corazón. Rodó también con Jaime Chávarri, Sus ojos se cerraron y con Fernando Colomo Los años bárbaros. A partir de aquí, ya en el año 2000, Juan decidió dedicarse más al teatro, aunque nunca sin dejar de todo el cine, medio en el que aún ha seguido participando en algunas películas como Sin noticias de Dios, de Agustín Díaz Yanes. Ha hecho teatro con obras como el Verdugo, en colaboración con Bernardo Sánchez.
Una de las series que más fama le ha dado ha sido Cuéntame cómo paso, en TVE, que se ha convertido en un verdadero fenómeno social por relatar con especial ingenio los años de la Transición desde la perspectiva de una familia media, los Alcántara. Juan Echanove es, además, un loco amante de la gastronomía y prueba de ello es el programa de televisión 'Un país para comérselo', una serie de documentales protagonizados por él junto a Imanol Arias, que viajan acompañados por el periodista y comico Tonino Guitián y el cocinero Floren Domezaín. Durante sus viajes los dos actores se adentran por las tierras de España para investigar su gastronomía mas cultural y los paisajes mas bellos. Juan tiene su blog gastronómico (www.unblogparacomerselo.com) y elabora 'Cinema', su propio vino (D. O. Ribera del Duero).
BERNARDO SÁNCHEZ
A Juan Echanove lo presentará Bernardo Sánchez, amigo personal de Juan, escritor, profesor de cine de la Universidad de La Rioja y amante y gran difusor de la obra de Rafael Azcona, con el que ha colaborado en un buen número de proyectos. Bernado Sánchez, autor del mejor libro escrito para describir la relación del mundo del vino con el del cine ('El cine del vino') tiene en su haber un gran número de obras: 'Del cinematógrafo al Cinemascope. Primera vuelta de manivela para una historia del cine en La Rioja' (1991), 'Rafael Azcona. Otra vuelta en el cochecito' (1991), así como del conjunto de relatos 'Sombras Saavedra' (2001). Es premio Max de las artes escénicas por su adaptación teatral de la película 'El verdugo'; premio al que ha sido nominado en otras dos ocasiones por sus adaptaciones de 'El precio' de Arthur Miller y 'Visitando al señor Green' de Jeff Baron. Además, ha colaborado en multitud de revistas de cine como 'Secuencias', 'Archivos' y 'Nosferatu' y participado en obras colectivas como el 'Diccionario del cine español' y 'Antología crítica'.
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Crónica:
por Bernanrdo Sánchez |
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Juan Echanove pasó el viernes 9 de noviembre por esa suerte de ‘sobremesa’ anterior a la mesa que son los encuentros con una personalidad gastronómica en el Tondeluna, encuentros sin cortapisas, cercanos y empeñados en alcanzar, sobre todo, la emoción del relato, y de la memoria íntima de la relación con los sabores y sus agentes.
Juan Echanove venía a eso precisamente, desde una posición que por no ser precisamente ni la del profesional, ni la del teórico, ni la del crítico, sino la del comensal, cocinero y peregrino de los fogones, de las tierras y de sus paisanajes, representa para los que lo conocen personalmente –y han probado, de paso, su mano y su gusto en la mesa- o públicamente, a través de su presencia televisiva y blogera en los escenarios de la gastronomía, el gozo, la gratitud, la comunicación del acto y del espectáculo gastronómico.
Juan Echanove es pura y profunda simpatía por la cocina; es pura y profunda familiaridad en todos los aspectos: es como todos quisiéramos ser delante de un plato. Y más ‘familiar’ no pudo resultar en esta ocasión la puesta en escena que Francis, Luisa y el equipo de sala habían preparado. Manteles con hules con ornamentación de claveles en el centro cubrían como una heráldica las mesas del Tondeluna para armar el vintage de un comedor doméstico de los años 70. Un comedor conocido por Juan y por la mayoría de los que estuvimos el viernes en su compañía. Un comedor como el que sirve de decorado central para algunas de las escenas más memorables (y comestibles) de la serie Cuéntame, las que transcurren durante las comidas de los Alcántara, serie en la que él pasa mucho tiempo en la cocina de Paquita, que es también la suya, la de ‘Miguelón’.
Juan Echanove sostuvo el viernes que la cocina española es una ‘comida de fondos’, y lo decía en muchos sentidos. Además del culinario, está el emocional, el que vincula cocina y emoción; el que considera la cocina, los sabores y los platos como pasillos espirituales que comunican con el origen de cada uno, con lo que a cada cual lo ha construido. Juan recuperó y puso sobre la mesa varios ‘fondos’ de este calado. Recordó cómo, por ejemplo, el programa Un país para comérselo fue el resultado de un diario literario y fotográfico que él iba ‘cocinando’ a lo largo de la gira por toda España del espectáculo teatral El verdugo. Cada noche, llegaba al hotel y resumía cómo la jornada y la representación se depositaban en el lugar, platos y compañía para cenar. Reconoció considerarse de ‘sabores básicos’, alguien pegado a la tierra (cultiva su propia huerta en el pueblo segoviano de Madriguera), y grabado por algunas imágenes de la comida familiar de la infancia y juventud, como el grito de su madre desde la cocina “¡Pon la mesa!”, el hígado –sabor recuperado, tras el típico repudio infantil- o la dieta dominical de ensaladilla rusa y pollo. La ensaladilla, por cierto, dio en el coloquio para todos los gustos en lo que respecta a la interpretación que cada cual hace de este plato que resume tantas cosas, tantas casas y tantos domingos. Así que para seguir hablando ‘con la boca llena’, Francis comenzó la cena con una maravilloso platillo de esta ensaladilla de fondo. |
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